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Cónicas del Templo Negro

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martes, 30 de junio de 2009

A ver si me encuentras

A la primera no me inspiróa a comentarlo, pero ya van dos. Creo que al fin de cuentas lo más interesante del caso es la actitud antimarquetera de "a ver si me encuentras" (la frase en particular es del "aviso" de un fanzine de hace años).
El primero, la verdad, no se lo recomiendo a nadie, su absurdo total con un par de clichés de seudocompromiso -ahora está de moda "el cuerpo"- no logra más que ser aburridísimo (sobre todo con su inmensa parsimonia, quizá dizquesolemne). El segundo al menos se queda en el borde de la congruencia mínima, donde el doble juego con ciertas estructuras que no terminan de cuajar al menos deja que se mantenga cierta tensión dentro de los poemas.
Me llegan por el mail sin remisión de autor ni referencia alguna, poemas sueltos como quien no quiere la cosa. Si el goce del arte, como decía Aristóteles, proviene en parte del reconocimiento, el reconocer el arte fuera del museo y la poesía fuera de los libros es en verdad un goce bastante mayor que he estado buscando de forma inconsciente, como quien no quiere la cosa (ahí se incluiría el proyecto "Esto es arte", o los garrapateos de las carpetas que ocasionalmente constituyen excelentes haikus), pero tampoco me decido a dejar mi propia obra a la deriva, a ver si alguien la encuentra, y si no qué, y aunque lo encontraran no sería yo y jamás me enteraría, sólo tendría sentido en forma de movimiento, pero ya no sería en tal caso secreto y silencioso, a menos que funcionasen en algo como la organización de la mano negra, pero probablemente no, se volvería a pesar de todo un secreto a voces y, nuevamente, se haría explícito y oficial.

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