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Cónicas del Templo Negro

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domingo, 23 de diciembre de 2007

Dar y recibir

Pues bien, una cosa más. Con tanta niña del infierno y bruja Yuuko, he terminado internalizando una cierta noción del karma, de la ley del intercambio equitativo. Es de esas cosas que hasta se explican retroactivamente, como todo sistema que explicara la existencia, una de las muchas maneras de conector los puntos preexistentes de la caótica experiencia empírica.
El hecho es este: si por cada cosa que damos recibimos algo a cambio, por cada cosa que recibimos debemos dar algo a cambio, para mantener el balnace. Esto es así, las energías simplemente fluyen. La mejor respuesta a eso sería solo pedir aquello por lo que estamos dispuestos a responder, solo enrentar aquello que podemos controlar. Sin embargo, el enfoque budista permite explicar lo perverso de la lógica cristiana. El dar sin esperar nada a cambio es siempre falso. Dar significa hacer que alguien más reciba, y este otro se verá entonces obligado a devolver, de manera igual de "desinteresada". Es solo una forma de causarles mal karma a los demás, u obligarlos a reproducir tu actitud.
Y ya que hablamos de perversiones cristianas, la idea esta de la "noche oscura", que tan amenamente recitaba yo hace unos días en las aparatosas palabras de Martín Adán, en verdad se asemeja mucho a un ritual primitivo de inciación. "Para hallarte, debes perderte". He aquí un equívoco entre dos conceptos contradictorios del "yo", siendo una la identidad precedente, individual, y la otra la identidad nueva, en el caso del cristianismo 100% artificial e impuesta por la iglesia y su único interpretación caprichosa de un único libro viejo. En sociedades primitivas, el sujeto es humillado y despojado de toda propiedad, para luego ser dado a cambio un lugar en la sociedad, y despojado de todo lo suyo, para no ser nada más que la función que cumple en el aparato social.
Pero volvamos al primer caso, que es más común, actual e interesante. De hecho me viene sucediendo a mí ya hace un par de meses, los compañeros preparan fiestas, hacen comida y reuniones, y me invitan como quien no quiere la cosa, pero termino estando prácticamente obligado a ir, y yo, que no sé ni quiero cocinar o gastar plata, estoy ahí de sapo, y ellos tienen todo el derecho del mundo a reclamarme, no por algo que yo halla hecho, sino por algo que a ellos se les ocurrió a hacer. Cuando la gente dice "Mira todo lo que he hecho por ti", está implicando que han sufirdo mucho por mi, que se han gastatdo y esforzado, haciendo cosas que a menudo ni siquiera les pedí que hicieran, que a ellos se les ocurrió hacer de acuerdo a la preconcepción que tenían de mí. Yo, argumentan, debería igualar su esfuerzo y sufrimiento. Si no lo querían hacer, ¿por qué mierda lo hicieron? Para mí no fue. Agresiva caridad. Y para colmo no es solo cristiana, aquí solo me quedan vecinos chinos, y seguimos en las mismas. Inmunda naturaleza humana.

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