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sábado, 22 de septiembre de 2007

Leer y escribir

Debo confesar que es la primera vez que entro a una biblioteca grande con estantes abiertos. El primer nivel es solo una sala de referencias, con un techo alto y frases en latín, pero no demasiados libros. El verdadero universo está bajo la tierra. Descendiendo siento ese dulce olor a museo, a madera seca, a conocimiento antiguo. En una sola mirada veo tantos libros que una única persona jamás podría leerlos todos. O, si fuera a leerlos todos, tendría que o bien que enloquecer u olvidar por dónde comenzó. Me siento a veces como uno de los dobles de Borges. Descendiendo hay más y más niveles inferiores de pasillos oscuros repletos de estantes, en los que solo se prende una luz cuando me mantengo parado por un rato en uno de ellos. En el fondo, investigaciones como las literarias no son más que investigaciones personales, para volver a hablar lo que ya lleva mucho tiempo escrito a medida que lo leemos individualmente. Cuál es la relación entre el conocimiento que un individuo pueda acumular y el que pueda transmitir a, digamos, la academia? Tampoco es que todo alumno sea peor que su maestro, como en los mitos. Después de todo, el maestro también fue alumno de alguien peor que él. Pero gran parte de su saber es lo que experimentó personalmente y nunca podrá transmitir a nadie. Por eso es que mediante la humanidad avanza, hay más libros, pero de alguna manera no puede haber más conocimiento.

Un profesor ha iniciado un pequeño taller de poesía en español, aquí, en el College of the Holy Cross, en medio de los yunaites steis. Asistí a la primera sesión con curiosidad, más con ganas de escribir que con ganas de leer a los otros, pues de hecho no había mucho que esperar. El profesor parece ser parte de la onda posvanguardista según la cual cualquiera puede ser poeta y cualquier cosa puede ser poesía. Además, como era evidente desde la primera mención, gran parte de los alumnos hablan castellano solo a medias. De todas maneras, fue una oportunidad de comentar elevadamente a Machado, su relación con el modernismo y el de este con el haiku, aunque sé que me entienden solo la mitad. Solo un sitio para hablar en el vacío. Para la próxima vez piden que escribamos un poema sobre el otoño. Pensaba hacer un par de haikus, pero no me salen. Mejor unos cuantos endecasílabos en referencia a Hoffmann.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Lo q mencionaste en la primera parte es cierto pero a mí no me paso exactamente en una biblioteca propiamente dicha sino en una iglesia –museo donde en una parte del lugar antiguo llegamos a parar en frente de una biblioteca algo pequeña pero que rebosaba -bueno estaba llena- sobre un objeto donde se colocan los libros para leer en público(no recuerdo el nombre) yacía un libro abierto de abundantes paginas ahí en frente mío intacto desde quien sabe cuánto todo empolvado tenía tantas ganas de cogerlo y curiosear el contenido pareciera que las arañas tenían también la intención de proteger ese pequeño estudio de abundante conocimiento antiguo, viejo porque estaba toda cubierta con sus telas tejidas y pensar q solo me apartaba del lugar un hilo grueso q prohibía mi acceso tenía tantas emociones juntas eso me sucede pocas veces.
Todo estaba a unos cuantos centímetros de distancia pero recordé que estaba en una iglesia allí vivían personas al servicio de Dios, franciscanos y los libros estaban en LATIN por lo que escuché.

Anónimo dijo...

¿Pero no se entiende que somos únicos y por ende tenemos diferentes cosmovisiones para interpretar el mundo? Y es a eso que se debe el aumento de libros
Claro el conocimiento es de uno ya que la información está allí pero la retroalimentación la hace uno mismo según sus experiencias.